Siempre soñé con visitar cada pueblito de Colombia

Antes de describir mi vivencia en Putumayo, inició esta entrada contándoles que desde que era niña siempre soñé con visitar cada pueblito de Colombia. Especialmente los corregimientos del Chocó, yo creía y creo todavía que el Chocó es un departamento que no ha sido explorado tanto social y culturalmente.

En mis sueños de niña quería trabajar en la televisión para mostrarle a todo el mundo las vivencias que tendría en dichos lugares. Si, uno de mis propósitos era permanecer en la vida de los corregimientos por un tiempo para saber su día a día, problemas y cultura.

Ahora de adulta con más claridad sé que me encanta la antropología, la etnografía, los estudios culturales; y no necesariamente la televisión sería mi modo de trabajo como lo pensaba de niña.

Por otro lado, ese propósito quizás esté tomando otros rumbos y no esté haciendo específicamente eso que anhelaba tanto de niña. Pero siento que de algún modo lo estoy cumpliendo con estos pequeños viajes que he hecho en Colombia en estos últimos dos años; por supuesto me quedaría faltando visitar algunas partes del Chocó para culminar con «broche de oro».

Les muestro un pedacito de lo que es Putumayo

En esta ocasión les muestro un pedacito de lo que es Putumayo un departamento hermoso naturalmente. Los días que estuve en Churuyaco pude convivir con una familia Cofán que se sustenta con la ayahuasca, también conocida como yagé.

En la casa de esta familia pude conocer un poco sobre la medicina indígena, también de su forma de vida. Esta familia – comunidad  es numerosa, pero su campo es suficientemente grande como para vivir disperso y en tranquilidad.

Hay dos personas que dirigen la comunidad: el taita y un discípulo. El taita vive con su esposa en la casa principal del campo con sus hijos pequeños. Los hijos que no están solteros  y los visitantes viven en casas y cabañas dispersas.

En un día normal se levantan muy temprano, planean la comida del día para los huéspedes y también para los habitantes de la comunidad; ya que muchos trabajan muy temprano en el campo con algunos alimentos. Parece que la tierra del Putumayo no da muchos frutos, es difícil de sembrar y que prospere.  

Otras personas se dedican a la organización del campo; ellos cuidan a los animales, cortan el césped, organizan el agua que viene de las quebradas, limpian las cabañas etc. Y en la noche, a menudo con muchas estrellas el taita canta canciones ancestrales e inspiradas por la toma de la ayahuasca.

La ayahuasca: una medicina que opera en el cuerpo, alma y mente de las personas

La ayahuasca es una medicina ancestral, religiosa y curativa de las comunidades indígenas de la Amazonia; elaborada a partir de la combinación de dos hierbas que solo se encuentran en el Amazonas. La preparación la hace un chamán o taita como se le dice popularmente, es él también quien dirige la ceremonia en la maloca.

Cuando se toma esta medicina se pueden presentar efectos muy fuertes en el cuerpo, ya que las plantas con las que se elabora las bebidas poseen efectos alucinógenos. Las personas que toman ayahuasca buscan curar su cuerpo, alma o mente; también buscan en la ayahuasca la inspiración y el sentido a la vida.

La ayahuasca tiene una gran riqueza cultural, de identidad y sobre todo ancestral. La ayahuasca es un trabajo mancomunado que logran hacer muchas comunidades o familias en Putumayo, principalmente los Cofanes.

La experiencia en la casa de la familia fue extraordinaria, aclaró que no tomé ayahuasca porque no me sentía preparada; además no consideraba que lo necesitara, sin embargo, no demérito las propiedades que esta medicina pueda tener.

Estando con la familia pude conocer más de esta medicina, además de escuchar música ancestral que la verdad me gustó mucho; una excelente combinación con la naturaleza de Putumayo.

Adjunto una cancioncita que cantó el taita en una noche estrellada en Putumayo:

Comida deliciosa de campo – Churuyaco

En el corregimiento de Churuyaco ayude con las grabaciones de la música de Davinson Cuasapud; para los que no saben sobre este artista ancestral les dejo su canal de YouTube por aquí . También tengo una entrada sobre el en mi blog.

En Churuyaco pude disfrutar de la comida de campo, es genial sentarse en el césped o en las cabañas abiertas  y disfrutar de una tarde calidad con una buena agua panela y un tamal de maíz.

Un alimento que me encantó en la casa de la familia y que pensé que solo se encontraba en Putumayo son las empanadas de queso, subí quizás 5 kilos porque comí muchísimo de eso. Pero cuando estuve en Bogotá las vi de casualidad y me sorprendió porque pensé que solo eran de Putumayo, creo que yo era la única que nunca las había probado antes.

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Algunas problemáticas de los corregimientos en Putumayo

Conocí algunas de las muchas problemáticas que tienen estos corregimientos de Putumayo; recordemos que Putumayo es una fuente de petróleo muy grande en Colombia que fue descubierta por la empresa estadounidense Texaco hace muchísimos años.

Actualmente estas fuentes las explota principalmente la empresa Ecopetrol el cual exporta petróleo a varios países. Lastimosamente esa industria petrolera que se ha movido durante tanto tiempo no se ve reflejada en el desarrollo de los corregimientos de Putumayo, muy lamentable.

Aunque Ecopetrol ha hecho algunas cosas buenas en los corregimientos de Putumayo no hay equidad, aparte del impacto ambiental tan negativo que esto ha traído a Putumayo, también se está perdiendo la cultura indígena.

Para que ustedes pudieran conocer un poco más sobre estas realidades, le hice una entrevista a un habitante de Putumayo y seguidor de la ayahuasca en la que da a conocer las problemáticas que tienen estas comunidades en especial la comunidad de Churuyaco. También se habla de la Ayahuasca.

Putumayo: ayahuasca, sociedad y cultura

Photos, video by

Nota: hay muchas vías muy bien pavimentadas y algunos puentes en buen estado en Putumayo y eso es porque es necesarios para poder transportar el petróleo.

Mira los dos últimos videos que subí a YouTube de Putumayo clic aquí.

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Gracias por leerme

Con amor,

Adriana Rivas